¿Qué harían si un día su padre o su madre, ya retirados, les confiesan que son homosexuales?

La situación no puede compararse, ni de lejos, a la de un joven que sale del armario frente a su familia, porque los años y la trayectoria vital complican la, ya difícil, alternativa a la expectativa social heterosexual, y porque una sociedad enamorada de la moda y la vida juvenil no concede a la madurez ni a la vejez, semejantes desplantes.

Para lo que queda de vida, es mejor no dar ya la nota y seguir con nuestro verdadero yo amordazado en el sótano, piensan muchos. Sin embargo, cada vez hay más personas que deciden, en su última etapa vital, promover una amnistía, abrir las propias cárceles y asumir lo que salga de ellas, y algunos/as se dan cuenta que los que estaban realmente encerrados eran los que campaban a sus anchas por una existencia ficticia.

Los pasados globos de oro premiaron a la serie Transparent, como la mejor serie de comedia, aunque sería más exacto clasificarla como tragicomedia, desbancando a Girls, Orange is the New Black o Silicon Valley.

En ella un magistral Jeffrey Tambor da vida a un padre retirado que decide salir del armario y contar a sus hijos que es transgénero. Un argumento sustancioso que da para reír y llorar, con numerosas pruebas de fuego para el protagonista como, por ejemplo, la de presentarse a un funeral vestido de mujer ante sus parientes, judíos ortodoxos, a los que no ha visto en décadas. Uno nunca acaba de salir del armario, es una de las máximas en el mundo homo, pero lo realmente importante es cuando empieza a hacerlo.

Marta Pascual, sexóloga y psicóloga con despacho en Cogam, el colectivo LGTB de Madrid que lleva más de 25 años trabajando por la igualdad de estas personas, ha notado como en los últimos años hay cada vez más individuos que se dan permiso para vivir su verdadera orientación sexual a una edad ya tardía.

Muchos han desarrollado una homofobia interiorizada, un autorrechazo a su condición. Algo nada raro teniendo en cuenta los mensajes al respecto que han imperado en los años 50, 60, 70 y hasta 80, por lo que lo primero que han tenido que hacer es un proceso de aceptación de si mismos, pasado el cual, viene el deseo de hacerlo público y de ser reconocido como tal. En este momento hay una gran alegría, pero, al mismo tiempo, un cierto temor a enfrentarse a un escenario desconocido para ellos/as”.




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